Niños de Mathare

El slum

Mathare es uno de los múltiples slums (barrios de chabolas) de Nairobi. Situado en el este de la ciudad, ocupa 4 kilómetros cuadrados y tiene unos 700.000 habitantes. Lógicamente, las condiciones de vida allí son de poco más que de supervivencia: congestión, paro, crimen, prostitución, etc.

Siguiendo las consecuencias del tribalismo keniano, las distintas tribus (kikuyu, luo, luya…) apenas se mezclan entre ellas. Se carece de agua corriente, de carreteras que permitan servicios de emergencia (bomberos, ambulancias). Como en otros slums, las viviendas se construyen con barro, madera y metal.

El dédalo de callejas en Mathare

EducÁfrica

Aquí empezó a trabajar EducÁfrica, una ONG chilena que busca brindar oportunidades a niños que viven en situación de extrema vulnerabilidad en el continente africano, a través del apadrinamiento integral de proyectos educativos. Han trabajado durante cinco años en Mathare, haciendo lo mismo que Karibu Sana: identificando a niños en una situación extrema de vulnerabilidad y financiando su educación.

En estos momentos atienden a 44 alumnos (y alumnas) de Secundaria. Cada uno de ellos necesita 25.000 chelines kenianos para pagar su matrícula, es decir, unos 220 euros por todo un año de escolaridad (clases, comida, seguridad, educación…). Atienden también a 60 niños y niñas de Primaria. La matrícula de estos (niños entre 6 y 14 años) es de 13.500 chelines kenianos al año, es decir, 120 euros anuales (¡10 euros mensuales!). 

 

104 alumnos más

El coste total de la atención a los 104 alumnos asciende a 9.680 euros los alumnos de secundaria y 7.200 euros los de primaria. Los dos grupos juntos, 16.880 euros anuales.

EducAfrica, como Karibu Sana, cuenta como socio local (la entidad que controla que el gasto se hace correctamente, y que los niños van a la escuela y se benefician de la ayuda) con el departamento de Cooperación Social de Strathmore University. La gestión es eficaz y transparente.

Pero hay un problema: Chile, país en el que está EducAfrica, está pasando por una fuerte crisis social, y las donaciones para este proyecto han bajado mucho. Han conseguido pagar el primer trimestre de este curso (enero–marzo), pero son conscientes de las grandes dificultades que tienen para poder seguir pagando esas matrículas. Desde Strathmore han compartido esta inquietud con Karibu Sana. Y vemos muy claro que, en la medida de los posible, ninguno de estos alumnos debería quedarse sin escuela (en Mathare solo hay tres colegios nacionales o públicos para unos 70.000 estudiantes; si no se paga el colegio al que asisten, sencillamente se les deja en la calle. Y la calle, en un slum, no es una opción para un menor de edad).

Mapa de los slums de Nairobi

Posibles donantes

Total, que hemos empezado a movernos para buscar apoyo a este nuevo proyecto que se une a los 200 niños y niñas a los que atendemos en la actualidad. Y, de nuevo, las oportunidades han ido apareciendo:

  1. Hace dos días nos llamaron desde una plataforma de ayudas al desarrollo. Una firma de abogados se había dirigido a ellos en busca de un proyecto de ayuda relacionado con la educación, y ellos pensaron en Karibu Sana. Podrían aportar entre 3.000 y 5.000 euros;
  2. Ayer mismo un gran amigo me contaba que le habían ido bien las cosas con una venta, y que sentía la necesidad de ayudar más a los necesitados. Él y su familia ya son miembros activos de Karibu Sana, pero pensaba que este proyecto de Mathare (que le contaba yo mientras comíamos) sería perfecto para aumentar su colaboración, y hablaba de otros 5.000 euros;
  3. Por otro lado, los nuevos socios promotores de Karibu Sana (Miguel Camarena Salud y el Instituto Europeo de Psicología Positiva) están atrayendo a nuevos donantes que harán posible que estos niños, y tantos otros, sigan adelante con su educación, a pesar de las dificultades, a pesar de los problemas.

A comienzo de año

Hacía tiempo que no os escribía, y todas las noticias son buenas.

La primera,

que en breve os pasaré un informe económico de 2019. Está preparado pero lo estamos poniendo bonito. Ha sido un año fantástico para Karibu Sana. Hemos hecho algunas inversiones interesantes (sobre todo la granja para Kwetu Home of Peace) y cubierto la educación de muchos niños. Y los donativos han sido muy generosos.

Samuel. El año pasado lo re-rescatamos de la calle. Va muy bien

La segunda,

que el año recién empezado pinta muy bien. En parte porque hemos llegado a los 200 niños y niñas en la escuela. Y porque muchos de ellos llevan ya tres o cuatro años con nosotros, y todo eso está teniendo una eficacia tremenda. Estáis cambiando a mejor la vida de muchos niños, y con eso las de sus familias y su futuro.

William, también re-rescatado. Feliz y estudiando

La tercera,

que acaban de pasar una semana en Nairobi Miguel Camarena (de Miguel Camarena Salud) y Gabriel Coll (Ceo del Instituto Europeo de Psicología Positiva), dos amigos a los que he conocido a través de Karibu Sana. Han ido a conocer Kwetu, Strathmore, Desert Streams…, y algunos de los niños a los que ayudamos. Los dos trabajan mucho en redes sociales (Miguel tiene más de 170.000 seguidores en Instagram: búscalo) y una inmensa sensibilidad social. Con su ayuda, su saber hacer en redes, vamos a dar una gran visibilidad al Proyecto Karibu Sana que va a significar un incremento en el número de donantes y un gran crecimiento en el número de beneficiarios. Tendremos reuniones con ambos y espero que eso sirva para dar un gran empujón. Aquí podéis ver uno de sus vídeos del viaje.

La cuarta,

vía WhatsApp he mantenido durante las navidades muchas conversaciones con algunos de nuestros beneficiarios, con Judy (directora de Desert Streams), con Sister Carol (directora de Kwetu Home of Peace). Ellos estaban en el periodo de vacaciones largas. Es muy animante constatar el bien que vamos haciendo a tantos, y el crecimiento humano e intelectual de todos ellos. Al finalizar este curso se nos abrirá el reto de la etapa de educación superior, pues ya serán varios los que acaben la educación secundaria. Tenemos localizadas varias escuelas de formación profesional y universidades. Les pediremos y exigiremos que apliquen a todas las becas posibles, y espero que podamos apoyarles en complementar lo que necesiten.

Sara con Victor. Ella es un gran apoyo en Nairobi

La quinta,

a finales de noviembre me descubrieron (a Javier Aranguren) un tumor en el colon. He empezado con una quimioterapia a la que seguirá una cirugía para quitar la parte afectada. No hay metástasis ni ganglios afectados, y el pronóstico es bueno. El tratamiento me deja un poco doblado, y ha impedido que viajara el 4 de enero a Nairobi con Miguel y Gabriel para hacerles de guía. Además estoy de baja laboral: uno no queda muy en condiciones de mantener un ritmo de trabajo normal cuando la química que te meten dicen que te está curando. Por estas razones he escrito menos (¡quizá lo agradecerás!). A la vez me da gran alegría comprobar que el Proyecto Karibu Sana funciona perfectamente sin que yo tenga que estar encima: tanto la Fundación Promoción Social como Michael Babu y Strathmore University son excelentes profesionales. Y eso es lo más importante: estar en condiciones de servir a nuestros beneficiarios y donantes como merecen ser servidos. ¡Con eso basta! Si Dios quiere, a finales de marzo podré empezar a ver esta ‘etapa oncológica’ como una experiencia enriquecedora…

Los niños acaban de incorporarse al nuevo curso (empieza en enero). Los uniformes, zapatos y libros ya están en uso, y la realidad de una vida mejor está presente en todos ellos. ¡Gracias!

Han pasado cuatro años

Cuatro años…

Las dos fotos de arriba tienen una diferencia de 4 años. En la primera, un niño llamado Víctor era un pillo lleno de felicidad que pasaba casi todo el día en la calle porque sus padres no tenían medios para mandarle a la escuela. Se movía por distintos barrios, pasaba el tiempo, pedía para poder comer y era feliz. Tenía 13 años.

En la segunda, ya con 17, tenemos al mismo Víctor, también feliz, pero en otro contexto: lleva cuatro años yendo al colegio de forma ininterrumpida. Los dos últimos ha estado en un internado y su media académica está por encima del notable. «Cuando nos conocimos yo era un niño que pasaba el día en la calle. Ahora lo que quiero es ser ingeniero».

Listo, guapo, adolescente, con novieta…, tiene la vida que debería tener todo adolescente. Todavía vive en una chabola (aunque ya solo durante las vacaciones), le quedan dos cursos para poder pasar a la universidad, y es el por su culpa que empezó Karibu Sana. Creo que su trayectoria también explica perfectamente nuestro proyecto.

 

El brillante Vincent

Las notas de Vincent: una auténtica proeza

Aquí os pongo las notas de Vincent. Son del examen nacional de paso de primaria a secundaria: como una primera selectividad. Es el mismo examen para todo el país, ya sea en carísimos colegios privados como en escuelas de zonas deprimidas que no tienen ni libros. La madre de Vincent, la magnífica Zipporah, vive en una chabola. Él va a un internado. Su nota, por encima de 400 puntos, es pura excelencia y la comparten solo el 5% de los alumnos del país. Vincent es nuestro alumno más brillante. Tiene 14 años.

 

Sharon

Sharon contando su curso

Y ella es Sharon, que acaba de terminar 1º de secundaria. Su madre quería ponerla a trabajar pero nosotros le hicimos una ‘OPA hostil’ y la pudimos llevar a un internado. No es de grandes notas (¡vivan los talentos medios!), pero le estamos ayudando a tener una primera adolescencia muy feliz.

Moses Javier y Javier: clara afinidad

Y una foto de Moses Javier, porque siempre estalla de alegría.

¡Buena semana!

Contra el desánimo: un milagro

Del desánimo…

Ayer tuve un momento de duda. Me escribió Michael Babu desde Nairobi y me hizo una proyección de nuestros proyectos y nuestras necesidades (que no son nuestras, sino de los chicos y chicas a los que ayudamos). Me hablaba de 125 estudiantes por un lado (todos los que ha ido ‘adoptando’ Karibu Sana para darles becas de colegios de día o de internados) y de 45 estudiantes por otro (niños de Kwetu, rescatados de la calle, que encuentran en ir a un colegio interno la única salida real para no volver a la calle.

Digo que dudé porque entre eso, ayudas que hacemos a algunas familias, un grupo de niños y niñas que hemos rescatado de entornos familiares altamente hostiles, etc., el presupuesto para 2020 ascendía a casi 90.000€. Me entró vértigo.

Además vengo notando que cuesta hacer nuevos colaboradores (¡cooperantes!) dispuestos a donar poco, algo o mucho dinero con el propósito de dar educación a los niños que no tienen nada. Y llevamos muchos meses presentándonos a convocatorias de empresas, y casi todas encuentran nuestro proyecto muy interesante «pero lamentablemente en este momento no podemos atender…», y lo llevamos con una sonrisa, y damos las gracias, y me vienen a la cabeza los niños que podrían quedarse sin escuela, o en la calle, o con hambre.

 

… a la solución…

Me entró tanto vértigo que me vino a la cabeza la única solución posible. En donde trabajo, la Universidad Francisco de Vitoria, había ese día una vela al Santísimo pidiendo por la vida. ¿Y qué sino vida es lo que quiere Karibu Sana para los pequeños de Kenia? Total, que me metí en la capilla, me arrodillé, y me puse a rezar con la intensidad de quien es consciente de que ya no puede hacer más a fuerza de brazos. Y creí quedarme tranquilo.

Aquí llegaron los regalos de una Primera Comunión

… y a la sorpresa.

Al volver a mi despacho, consulté el móvil. Había entrado un correo electrónico informando de una donación de 2.000€ que me enviaba una familia de Bilbao porque les había salido un negocio y querían apoyar.

Por la noche entró otro correo. Era un tal Rubén. Contaba que trabaja en una agencia de viajes que quiere abrir un tour por Kenia. Que vio nuestra web y que les ha gustado tanto que querrían aportar parte de sus beneficios.

Y luego Javier, que se olvidó pasar de donar en la antigua cuenta a la nueva, que quería retomar y ponerse al día enviando lo que no había mandado en 16 meses, que ese era su compromiso y que lo haría encantado.

Y un correo de Peter, un chico de padre keniano y madre española que vive en un colegio mayor de Pamplona, y que querrían organizar una fiesta benéfica para Karibu Sana. Y uno de mis alumnos, antiguo de un colegio de Madrid, que podría proponer a una de esas clases tomar a Karibu como objetivo solidario.

Y una llamada de Alfonso, compañero lejano de colegio, con el que me encontré tras 30 años el pasado sábado, y que está muy interesado en colaborar con nosotros.

Y una inmobiliaria de Madrid que me dice que han vendido un piso de una persona a la que yo les presenté y que me quieren entregar parte de su beneficio como agradecimiento.

Y dos primeras comuniones de niño y niña de Madrid y Alicante que han enviado lo que hubieran sido sus regalos en forma de ayuda.

Y todo en una tarde, sin yo hacer nada, en un extraño momento de desánimo… A Dios gracias.

PD: Hoy es el tercer cumpleaños de Moses Javier, otra bendición del Cielo.

PPD: Gratísima reunión con Clara y Leire, ya decididas a construir en Kwetu una casa dormitorio para niños que acaben el programa de reinserción y quieran acabar la Primaria en el colegio al que están acostumbrados.

La aventura de Karibu Sana continúa…, a toda marcha

Buenos días. Hacía tiempo que no escribía. En parte porque acabo de cambiar de trabajo y los aterrizajes llevan un tiempo. En parte porque teníamos en marcha varias gestiones y merecía la pena esperar a que se asentaran para informaros de ellas.

 

Salim, el operado

Primero os pongo la foto de Salim.

Es un niño de Kwetu Home of Peace que se fracturó una mano por varios lugares. Le operaron una vez (¡4.000€!) y se la dejaron fatal: mucho dolor y muchas lágrimas. Y como no tenían dinero para pagar una nueva operación (les pedían, en otro hospital, 1.000€ para empezar a hablar) tuvieron que retrasar la intervención. esta tuvo lugar hace tres días y parece que ha salido bien. Le he pedido a Sister Carol que busque un abogado para reclamar daños y prejuicios al primer hospital, si fuera necesario. Le he dicho también que ayudaremos en lo posible a cubrir parte de los gastos.

Abajo, Gabriel y María (de FPS). Arriba, Diego (FPS), Miguel, Macarena (FPS) y Jorge

La segunda foto es de una reunión

… que tuvimos el viernes pasado en la Fundación Promoción Social. Gabriel y Miguel se dedica, cada uno por su cuenta, a temas de bienestar y de psicología positiva. Coincide que ambos (junto con sus mujeres) llevaban tiempo pensando en organizar sendas fundaciones porque creen que sería bueno darle una salida social al fruto de su trabajo: quieren ayudar. Nos conocimos. Les conté lo que quiero hacer con los niños de la calle que terminan en Kwetu (llevar a cada uno de ellos a un internado para que no vuelvan a la calle) y les ha interesado muchísimo.

Tened en cuenta que se trata de un proyecto que cada año necesita cubrir la educación de al menos 30 niños nuevos sin que los anteriores hayan todavía terminado su educación. Empezamos en 2019 con 30 (30.000€). El resultado es espectacular: el 100% sigue en el colegio. El año anterior, pasados dos meses desde que dejaron Kwetu y volvieron con sus ‘familias’, el 70% de los niños estaba de vuelta en la calle porque el ambiente de violencia y desestructuración de sus chabolas era insostenible. En 2020 necesitaremos para esto el doble de dinero (60.000€) y en 2021 el triple (90.000). Además de a Gabriel y Miguel nos vendría muy bien más gente: no dejes de ayudarnos.

La tercera muestra a Alex y a Ana

… (todavía con pelo a la ‘africana’) reunidos conmigo tras su experiencia de 15 días organizando un campamento en Nairobi para 180 niños y niñas del barrio de chabolas. Han trabajado mucho, han conseguido que esos niños comieran todos los días durante su periodo de vacaciones, y que se divirtieran de lo lindo con el material de plástica que nos donó MacroPaper, y les han llevado también a Nakuru Park, donde muchos de esos niños por primera vez vieron animales salvajes. Además, al ser apoyados por los profesores del colegio, estos consiguieron recibir un sueldo que no suelen tener en su mes de vacaciones. Ha sido una ayuda buena, necesaria y multifacética. Ahora Alex y Ana están promoviendo entre sus amigos y familiares la consecución de becas para escolares.

La cuarta enseña la primera cosecha de tomates

… en la granja que ayudamos a construir en Kwetu. Ya han empezado a tener ingresos por venta de comida en Nairobi, aparte de que los niños comen cada vez más barato y más sano.

¡Haremos algo grande por los más pequeños!

La quinta es Clara Purroi,

arquitecto y consultora además de fundadora de ‘Building the Future’, una iniciativa por la que han construido ya una escuela junto a Nairobi National Park. Nos conocimos en Kenia y estamos trabajando juntos en un proyecto precioso: que ella y su gente (arquitectos y alumnos de la Universidad de Navarra) diseñen, financien y construyan una casa de alojamiento para algunos niños que acaban en Kwetu y que todavía están cursando la Primaria.

La construiríamos en la parcela de Kwetu en Ruai, de modo que esos niños puedan seguir en sus colegios y en ese ambiente (el de Kwetu) en el que han encontrado seguridad y cariño tras meses o años de sufrimiento. Además, sería una gestión mucho más económica que enviarles a todos a internados. La idea inicial es construir de forma modular, y así ir aumentando el tamaño solo si aumentan las necesidades y si se gestiona bien. Comenzaría con una casa para 20/25 chavales. A Kwetule ha interesado muchísimo, una de las mejores empresas de construcción en Nairobi quiere colaborar con nosotros, y en breve comenzarán a echarnos una mano en la gestión de permisos de construcción.

Y mientras un montón de gente sigue ayudando a Karibu Sana con sus aportaciones mensuales, con una Primera Comunión, con ayudas puntuales y con sus oraciones. ¡Casi nada!

Por cierto, la foto de portada es una Virgen que dibujó la tía de un amigo mío de Barcelona que es sacerdote en Camerún. Se la he tomado prestada: bajo su manto cabemos todos…

152 veces 1, y una sorpresa

Pedí a Michael Babu que me mandara la lista actualizada de niños y niñas a los que llevamos al colegio, pues andaba un poco perdido. Lo hizo, como siempre, con atención al detalle, y nos salen estas cifras (que me dan un escalofrío de responsabilidad).

152 veces 1: ¡vaya bendición!

Llevamos al colegio a 122 niños y niñas que viven con sus padres. De estos, son 25 los que van a boarding schools, internados. Como ya he contado varias veces, ir a un internado conlleva que les sacamos del slum (chabolas), y por primera vez en su vida viven en una habitación decente. Además se aseguran ambiente de estudio, luz eléctrica, seguridad (especialmente las chicas), tres comidas al día, amigos… Cada uno de ellos viene a necesitar unos 900 euros al año. No es mucho, pero para 25 ya es una cifra respetable. Los otros 97 van a escuelas de día y viven con sus familias en el slum o en el campo. Según vayan llegando a la adolescencia irán pidiendo, y necesitando, el paso a boarding school.

Tenemos también a 30 que provienen de Kwetu Home of Peace, la iniciativa que rescata y reinserta niños de la calle. Hace 18 meses me comentó la directora, Sister Carol, que habían descubierto que en torno a un 70% de los que acababan el programa volvían a la calle. La razón, que en sus familias seguía el mismo ambiente de violencia o de hambre. Entonces no ayudábamos a ninguno de esos niños. Ahora son un número elevado, todos en boarding school. Con esfuerzo (hemos vuelto a tener que rescatar a 3 de ellos), el 100% de los que llevamos al colegio siguen educándose y no en la calle. Ahora bien, el número de los que terminan en Kwetu cada año ronda los 20/30 muchachos: nos queda mucho margen de cosas por hacer.

¿La sorpresa? Acabo de terminar la redacción de un libro sobre los orígenes de Karibu Sana. Creo que ha quedado muy bien. Lo mismo me dicen las pocas personas que lo ha leído. Quiero que todo lo que se pueda sacar de él vaya destinado al proyecto. Aunque es un proceso todavía en camino, sé que encontraremos editorial: un agente literario –Marta– me ayuda en ello. Iré contando.

Y mi querida amiga Carmela me regaló una caja de moscovitas de Oviedo: los tomaré a la salud de Karibu Sana, de estos 152, de todos vosotros.

Los ‘moscovitas’, que vinieron acompañado de un poema