Kenia es un país con un índice de crecimiento constante, aunque la brecha entre gente con recursos y pobres no para de ensancharse. Un 60% de la población vive en condiciones de pobreza. La mitad de los habitantes de la capital, Nairobi, reside en chabolas sin agua corriente, sistema de letrinas o electricidad segura. La falta de ingresos dificulta la educación de los pequeños, pues esta no es gratuita. Cuando los niños van de forma habitual a la escuela se asegura que ese día comen al menos una vez (en el colegio) y que se preparan para en un futuro lograr el nivel de formación que les permita conseguir un trabajo que les saque, a ellos y a sus familias, de la marginalidad y la pobreza.