Me escribe Patrick, el director y fundador de Transform School of Kibera, sobre sus necesidades. Y es que vive en una constante situación de necesidad, porque casi la totalidad de sus alumnos son niños sin ningún medio, que con mucha dificultad pueden pagar algo de los pocos euros mensuales que les piden por su educación.
La escuela está en Kibera. Ocupa un espacio pequeñísimo. Con gran optimismo Patrick va sacando nuevas aulas (¿aulas?: cubículos enanos de paredes de madera y barro y techo de metal, en los que se amontonarán los críos en las bancadas rotas), entre ellas una que me asegura que será de informática.
Le empezamos a ayudar porque por allí iba uno de los niños de Karibu Sana, Fidel. Me invitaron a visitarles, y me quedé sobrecogido de la pobreza (de la cutrez) de los medios. Nuestra primera ayuda se fue en adecentar el patio del recreo. Por un lado, se trasladaron las letrinas de sitio, de modo que las aguas negras ya no pasaran por el terreno en que jugaban los alumnos. Patrick, que dejó una vida fuera de Kibera como Pastor protestante para venir a servir ‘a la comunidad’, construyó también dos letrinas para los vecinos, que no contaban con esas ‘comodidades’.
Me enseñó un ricón de ese patio enano. ‘Aquí irá el huerto’, anuncia sin percibir en su frase ningún eufemismo. Yo solo podía ver un metro cuadrado de tierra reseca llena de trozos de plástico viejo.
En su último mail me pide ayuda para levantar cuatro aulas ahora que están de vacaciones. Cada una de ellas, con materiales y trabajo de obreros, viene a costar 260€. También me dice que tiene un buen plantel de profesores (yo les conozco, y sé que son gente muy entregada), pero que no logra pagarles durante las vacaciones porque no tiene ingresos (en esos meses los niños no pagan) y teme que le abandonen. Un profesor allí viene a cobrar unos 60€ al mes, ¡incluso menos que entre nosotros!
La vida en Kenia es un reto. Más este año, de fuertes conflictos electorales, en los que la violencia entre los dos principales partidos políticos y el desorden provocado por ella -¡querido por ella- está impidiendo que la economía sin músculo de los pobres eche a andar. Sin ingresos los comercios no venden. Si no venden, los dueños no pueden pagar escuelas. Si no pagan escuelas estas no pueden contar ni con comida ni con profesores. El círculo vicioso de la pobreza es inmisericorde.
Karibu Sana solo quiere ser una aportación que rompa esa perversa circularidad.