Lo que podría parecer una tortura para nosotros cuando éramos niños, o para nuestros hijos, es una oportunidad para los niños de Karibu Sana.
En enero empieza el curso en Kenia. Seguirán con él hasta primero de noviembre: diez meses (con breves periodos de vacaciones) en los que tendrán asegurada una oportunidad de aprender, y una oportunidad de comer. En algunos casos, además, les podemos ofrecer seguridad, pues se encuentran en internados lejos de las chabolas, donde pueden concentrarse en el estudio y en los juegos.
Conseguiré datos definitivos en unos días, pero me dice Michael Babu que ‘están todos yendo a clase’. Eso significa que, además de los niños que ya estaban con nosotros, se ha incorporado un buen puñado de niños de Kwetu, aquellos que fueron rescatados de la calle y para los que es más seguro que vayan a un internado que volver a sus casas.
Y siguen avanzando otras líneas de trabajo: vamos a invertir unos euros –donados para este motivo– en aumentar la seguridad de los niños de Kwetu, dividiendo los dormitorios por edades y mejorando un poco la vigilancia, para que no pueda haber bullying (matoneo) de mayores a pequeños. Y sigo empeñado en diseñar un plan de sostenibilidad para Kwetu (la ayuda de Italia está al caer: la celebraré con todos vosotros cuando llegue) y para el colegio Desert Streams. Y Diego Molina, desde la Fundación Promoción Social, no deja de preparar propuestas para convocatorias de ayuda: empezarán a fallarse a finales de febrero…
Gracias, como siempre, por todo. Javier
PD: En la foto, un grupo de niños que estuvieron en Kwetu y que ahora van a un internado en Machakos, a unos 80 km de Nairobi. Uno de ellos volvió a la calle y pudimos re–rescatarlo. ¡Una maravilla!