La niña de la foto se llama Magdalene. La conocí en Nairobi en noviembre de 2016. Como sus cuatro hermanos, lleva desde entonces con nosotros. En el 16 estaba en los primeros cursos de primaria. En la foto, de hace dos días, está entrado por primera vez en la escuela internado donde va a estudiar la secundaria.
Vive con su madre y hermanos en una chabola de Kibera: una sola habitación para seis. Aquel mes de noviembre los dos chicos tenían para dormir el sofá, sin almohadones (solo la estructura de madera), mientras que ella compartía cama con la madre y dos hermanas (una de tres años, la otra de catorce).
El encuentro con Karibu Sana le ha cambiado la vida a todos. También a la madre: su vida sigue siendo una existencia llena de estrés para lograr el dinero con el que llenar la cazuela, pero al menos no ha tenido que ver cómo sus niños quedaban fuera de una educación formal.
Que Magdalene esté en un internado (boarding school) va a suponer un gran ahorro para la madre. Y para la niña significa vivir en el campo, lejos de las chabolas y los albañales, tener un lugar con ambiente de estudio y amistad, comer tres veces al día, tener electricidad… ¡tantas cosas!
Y esto le pasa a otros 428 niños y niñas como Magdalene.
¡Y esto es gracias a ti!