Con una pequeña ayuda mensual se pueden hacer milagros.
24 niños de Eldoret
Primero escribe Sister Lucy. Es una monja que vive en Eldoret (a 250 kilómetros de Nairobi) y que atiende a un grupo de 18 niñas y niños paupérrimos. Pertenece a la misma orden que las Sisters que atienden a los niños de la calle en Kwetu, y nos escribió en 2020 pidiendo ayuda. Nos dice:
«Querido Javier, nuestro espónsor, ¿cómo estás? Te tenemos siempre en nuestras oraciones. Los niños se encuentran bien y todos están yendo al colegio con éxito. Es la primera vez en sus vidas en la que nuestros niños terminaran un trimestre de clases sin que les manden a casa por falta de pago de los costes de la matrícula. Nos faltan las palabras para daros las gracias. Ojalá Dios, que ve lo que se hace en lo escondido, os recompense abundantemente, y a ti te dé fuerzas y buena salud. Rezo para que un día Dios te permita venir a visitarnos y que veas cómo habéis llenado de sonrisas las caras de estos niños tan necesitados. He experimentado impresionantes mejoras en su rendimiento escolar. Al final de mes cerrarán los colegios en Kenia por final de trimestre y os haré llegar sus calificaciones a través de Michael Babu».
Primera vez en sus vidas que van a clase sin la angustia de que les echen…, ¡ahí lo dejo! Eso es lo que significa que, a través de Karibu Sana, estamos haciendo milagros.
69 niños desde Kwetu
Nos envían fotos y datos desde Kwetu. El año pasado se cerraron los colegios en marzo. Era u grandísimo reto para estos chicos. El motivo de que les llevemos a internados es que las familias de casi todos ellos son un desastre: el 70% de los que eran rescatados por Kwetu volvían a la calle a los dos meses de haber regresado a casa. Nos encargamos de 69. Teníamos preocupación por saber cuántos habríamos perdido en los últimos 9 meses. Respuesta del informe: ¡ninguno!
Se han reincorporado al colegio 64. Los 5 que faltan están haciendo formación profesional, con la excepción de uno que está ya en la universidad. Y eso que los padres de dos de las familias fueron detenidos durante ese tiempo por problemas relacionados con las drogas. Esto es otro milagro. Me envían fotos de los chicos: yo les conocí con 12 o 13 años. Ahora tienen 16 o 17, y están gigantes. Y felices. Y tienen al alcance de la mano una grandísima oportunidad gracias a vosotros.
En otro orden de cosas, han sufrido lluvias torrenciales. Han afectado a la granja que tratamos de que les ayude a ganar independencia económica en el proyecto de rescate de niños de la calle. Los destrozos son grandes, pero no cejan: buscarán ayuda para reparar lo roto. Y la venta de leche produce ingresos.
También me informan del fallecimiento de Sister Ángela, que era la directora de Kwetu cuando empecé a conocerles. Una mujer muy buena, de carácter, que entregó su vida por los más necesitados. ¡En gloria esté!
Por último, Sister Jane Rose me informa de que acaban de rescatar a 18 niños más: una nueva promoción que comienza un camino de esperanza que va a durar muchos años
Y Victor
Por último, me llega un mensaje de Víctor, el primer beneficiario del Proyecto Karibu Sana. Esta interno en un colegio. Ha convencido a una profesora para que me envíe fotos de los mensajes que él redacta en un papel. Pongo en cursiva sus expresiones en castellano:
«Querido padre,
Qué tal? Te quería comentar que acabo de terminar mis exámenes. Y quería que me envíes palabras en español y su significado. Escribe todas las que puedas.
Te queiro. Gracias por todo. Adio’s.
Tu querido nino.
Victor»
Y es que, con una pequeña ayuda mensual se pueden hacer milagros.