El pasado martes, tarde de intensa lluvia en Madrid, me invitó Iván Rodríguez a una reunión del comité directivo de Perlas en el Barro. Iván estudió conmigo en el colegio y hemos estado 30 años sin vernos, pero todo anuncia una futura amistad. Desde hace unos años Iván ha iniciado un camino espiritual (yo le digo que algo ‘alternativo’) y ese encuentro con lo trascendente –y en cierto modo con Jesús– ha reorientado por completo su vida. Entre otras cosas por su deseo de ayudar a los necesitados.
Hace un tiempo entró en contacto con alguien de Kisii, una ciudad en el oeste de Kenia que pude visitar hace dos años, y comenzó a colaborar con una persona de allí que había comenzado un orfanato que cuida de 33 niños y niñas. Iván movió a sus amigos y entre todos tratan de sacar adelante ese proyecto. Han visitado Kisii un par de veces y ven muy claro la labor impresionante que pueden realizar por esos niños huérfanos que ahora tienen una oportunidad.
En la reunión, después de secarme del diluvio que cayó sobre mi moto, les conté la experiencia de Karibu Sana y les propuse algunos consejos prácticos y toda la cooperación que necesiten para que esas perlas con alma de niño puedan ser muy felices.
Mientras, me han llegado fotos de Mama Moses, la madre de uno de nuestros alumnos, a la que le hemos prestado una pequeña cantidad de dinero para que desarrolle un negocio (venta de ropa y telas) que permita que no le sigan echando de su pequeña casa y que sea capaz, por fin, de alimentar a sus tres hijos. Es un crédito sin intereses que nos irá devolviendo cada mes. Le deseamos lo mejor.
Por último, acabamos de pedir dinero a una Fundación para que nos ayuden a financiar la construcción de dos habitaciones para dar techo a niños sin recursos. Ya os contaré si tenemos éxito, que estoy seguro de que sí.
¡Gracias!