Arriba tenéis una foto de Nairobi. En marrón, los distintos ‘slums’ (barrios de chabolas) de la ciudad. En ese pequeño espacio vive la mitad de la población. El que yo más frecuento, Kibera, es el más grande, abajo hacia nuestra izquierda. Strathmore University, mi universidad, se encuentra muy cerca de Kibera.
El plano lo han hecho en un equipo de investigación de urbanismo en la Universidad de Navarra (mi ‘alma mater’). Nos reunimos el pasado lunes. Resulta que Juan Ramón Selva, amigo y arquitecto, me contó la noche anterior a lo que se dedicaban y me pidieron una visita para hablarles ‘desde el terreno’. Trabajan en un grupo de investigación del ICS (Instituto Cultura y Sociedad) centrado en el desarrollo y la pobreza. Como buen grupo de estudios teóricos, nunca han estado en Nairobi, si bien tienen mucha más información que yo.
Lo que pretenden es editar un ‘mapa real’ de la vida en el ‘slum’. Con una empresa alemana que trabaja en Nairobi los van cartografiando y clasifican vivienda a vivienda. Me encanta la idea, porque es como recuperar la condición de irrepetible de cada persona: no es que en Sinai, Kabanwware o Kibera vivan muchos, sino que hay –en concreto– X número de casas. Me gusta la idea, porque es necesario saber contar solo hasta uno (o ‘a cada uno’) para hacer justicia a la humanidad. De todos modos les indico que el número de habitantes será muy superior: entre 5 y 7 cada chabola, y algunas son de dos o tres pisos.
También hablamos sobre la ética de la investigación: cuando se estudia la pobreza, ¿basta con presentar un estado de la cuestión?, ¿con cubrir hitos de publicación de papers? ¿O es necesario pensar en los pobres, en las víctimas? ¿Se puede investigar la pobreza como si se investigaran las proyecciones de desarrollo de la industria automovilística?
Me ha escrito desde Nairobi Phillys. Me cuenta de su hija pequeña. A dos de sus hijas las tenemos en un internado, los dos chicos viven con la madre y la pequeña (Rachel) también. La niña está terminando ahora unas pruebas médicas y ha sido un año duro para ella. En mi último viaje le compré una muñeca y un puzle de animales. Me cuenta Phillys lo que eso le ayuda a olvidar sus problemas y lo feliz que está la pequeña.
Contamos con vosotros, desde muchos frentes.