Ayer día completo. Llegué a las 5,30 (3,30 en España). Dormí hasta las 11,30 (pequeña parada a las 7,00 para saludar en mi casa y desayunar). A las 12,00 a Misa. A las 13,30 comida. A las 14,00 en Kwetu Home of Peace. Justo antes de entrar me encontré con William, un pobre niño medio abandonado con el que siempre me topo en Nairobi (¿irá al colegio algún día?). Y sigo por fotos:
1) Dos niños que empezarán el programa de Kwetu el 17 de enero. Desde mañana van a vivir aquí. Están en la calle, como tantos miles. Hablando con la monja me cuenta la dificultad para que, al terminar el programa, esos niños vuelvan con sus familias: o son pobres, o son parientes distintos a los padres que no se ven con fuerzas, o simplemente les rechazan por haber vivido en la calle. Hablamos de reforzar el proyecto de Kwetu. Necesitan más trabajadores sociales, para tratar a esos padres. Y para eso, dinero. Buscamos vías de ingreso: la granja, empezar con los paneles solares y lo que salven en energía dedicarlo a sueldos, enviar a los niños a internados…
2) Venom. Está terminando su estancia en Kwetu. Irá a un internado. Lo que más desea es estar con su familia: ha pasado más de 3 años sin ver a su madre y la reencontró, gracias a Kwetu, hace seis meses.
3) Estoy con Emmanuel, el niño al que pagamos la factura de una larga enfermedad justo hace un año. ¡Feliz! Empieza ahora 5º de primaria, y es un tío impresionante. La salud parece que va cada vez mejor, aunque sigue con medicación para sus riñones.
4) Patrick y su hija Esther. Él es el padre de Víctor, el primero al que ayudamos. La niña venía enfadada porque ese día no habían podido comer: no hay dinero. Él trabaja de porteador en un mercado, pero las cosas van muy mal. Hay días que gana 2 euros, otros 1, muchos nada. Traía su ropa rota. Me lo decía muy claro: «Javier, ¡no tenemos nada!».
5) Ya en casa de los Oloo, que dirigen Desert Streams of Kibera, un colegio al que van muchos de nuestros niños. En la primera foto, Masha y Barbra (las hijas) con Ian (un niño al que llevan un año acogiendo porque no tiene padres y sufría maltrato).
6 y 7) Moses Javier, 15 meses, un terremoto dedicado a alborotar, romper, desparramar comida por la habitación, investigarlo todo, ser feliz.