Me pregunta mi amigo X en qué medida he confiado en la Providencia para sacar adelante Karibu Sana. Le miro a los ojos, sin necesidad de pensar demasiado, y le contesto:
—Me he apoyado tanto que por eso estoy aquí.
Mi amigo es una persona muy generosa, y pudiente, que desde el principio me ha apoyado en este proyecto a condición de que trabajemos con mucha profesionalidad. Siempre le digo que eso lo dé por supuesto, porque así lo hacemos tanto en España como en Nairobi.
¿En qué medida me he apoyado en la Providencia? (es decir, en el convencimiento de que Dios está detrás de esta iniciativa y la cubre con el manto de su misericordia).
1— Desde que puso de golpe en mi corazón, en mis entrañas, la necesidad de ‘despertar a la realidad’. Ese momento en que, al darme cuenta de que no había dado de comer a un niño, me vi movido a buscarle durante cuatro días consecutivos hasta que pude proporcionarle el alimento que después se convirtió en educación.
2— Desde que decidí lanzarme ‘a la piscina’, a pesar de mi carencia total de medios. En enero de 2016 pagaba el colegio de 21 niños y niñas y solía terminar esos meses siempre en números rojos, que se solucionaban a base de aportaciones inesperadas. Conseguí no tener que decir que ‘no’ a ninguno de los solicitantes sinceros.
3— Desde que al mes de empezar una antigua alumna de mis años en Pamplona contactó conmigo para poner a disposición de Karibu Sana la Fundación que tenía con su marido, haciendo así mucho más fácil y transparente el proceso de donación, dándonos todo el respaldo jurídico y la posibilidad de que los donantes desgravaran. Tened en cuenta que por entonces yo no sabía nada de cómo debe funcionar el mundo de la solidaridad.
4— Desde que pedí un préstamo de 8.000€ a otra Fundación, porque yo no tenía nada, para poder ayudar a dos colegios en necesidades básicas, y cuando uno de eso dos colegios ardió desde las raíces hasta el techo esa Fundación decidió condonar la deuda: la audacia de pedir se transformo en la generosidad de dar.
5— Desde que estando en Nairobi, en esas noches largas de sudores fríos por falta de recursos y exceso de iniciativas, me iban viniendo a la cabeza nombres de antiguos amigos (entre otros el que me lanzaba esta pregunta), a los que habría visto no más de dos veces en casi treinta años (los que llevaba yo fuera de Madrid), y se hacía fácil encontrar sus señas, y casi todos respondían a menudo con una magnanimidad asombrosa.
6— Desde que conocí a Benedetta, que no tenía electricidad y dormía en el suelo junto a uno de sus hermanos y separada de los otros dos hermanos pequeños porque ella era la cabeza de familia y a los 16 todavía trataba de ir al colegio, y lo publiqué en Facebook y en media hora tenía un donante al que no conozco de nada que me decía que acababa de mandar los 250€ que necesitaba para que se fabricaran una litera, compraran colchones y se reuniera de nuevo esa familia de huérfanos.
7— Desde que la enfermedad de Emmanuel, un niño de la calle de Kwetu Home of Peace, fuera acompañada de una factura de 12.000 €, y las monjas me lo hicieran saber llenas de preocupación (muchas de las familias a las que ayudamos ganan en torno a los 1.000€ anuales: ¡12 años de trabajo solo en esa factura!), y yo les pudiera contestar de modo inmediato que justo el día anterior, a raíz de una generosa donación específicamente destinada a Kwetu, les había mandado 12.500€ y que problema resuelto.
8— Desde que Moses Javier apareciera en la historia de Karibu Sana con una semana de vida, y encontrara una familia maravillosa en Kenia que cuida de él con el amor que se tiene a un hijo, y ahora es un niño sano de casi 15 meses.
9— Desde que, cuando andaba yo estos meses por Madrid sin saber muy bien cómo darle un empuje a Karibu Sana para que nos conociera más gente, me llegó a través de Messenger un mensaje de Manuel, a quien no conocía de nada, en el que me proponía el diseño de la Página Web y del Logo, y que lo donara, y que lo hiciera tan bien (visita www.lukcomunicacion.com, te va a encantar).
10— Desde que se me han ido uniendo pocos colaboradores, pero excelentes, como Michael Babu, Marta, Miguel, Sister Angela, Judy Oloo, Patrick, Moses Muthaka, etc.
¿En qué medida me he apoyado en la Providencia?
En toda medida posible, porque cuando alguien es generoso se convierte —queriendo o sin querer— en ‘las manos de Dios’.